martes, 8 de septiembre de 2009
Anchoas marinadas
La anchoa es uno de esos pescados capaces de generar amor u odio sin términos medios. La amás o la odiás. Y cuando los argentinos hablamos de anchoas, hablamos en general de las de lata o frasquito en aceite salvo algunos viejos inmigrantes tanos como mis viejos que las recuerdan frescas o en esas latas grandes en salmuera que se vendían sueltas en el almacén o que se traían de Mar del Plata como un preciado tesoro.
La mayor parte de la gente con la que hablo, a la hora de comer pescado optan por el aburrido filet de merluza o el cogotudo salmón rosado cuando el bolsillo lo permite.
Y francamente, yo no soy la excepción, salvo cuando voy al Barrio Chino y me traigo los bichos más diversos.
El otro día, cuando fui a lo del viejo pescadero de mi barrio a comprar el facilongo filet, me encontré con unos pescados un poco más grandes que cornalitos, que “me llamaban” con sus ojos vivaces. ¿Qué son? – pregunté. “Anchoas” – me contestó el pescadero. ¿Y cómo se hacen? “Fritos” fue la respuesta. Y me traje medio kilo a casa, poco convencida de freir bichos con molestas espinas incluidas…
Me metí entonces en Internet a buscar recetas, y la idea de hacerlos marinados me atrajo. Como esa noche iba a hacer merluza (que también compré), podía marinar las anchoas y guardarlas para alguna picadita imprevista.
Y puse manos a la obra. Las fileteé. Nunca lo había hecho, pero no fue difícil. Les saqué tripas, cabezas, espinas y quedaron lindas como en la foto!
Tardé media hora para medio kilo. Las sequé sobre papel de cocina, las sumergí en jugo de limón y pedazos de ajos aplastados y las dejé dormir en la heladera hasta el día siguiente.
Cuando las vi al otro día, esa maravillosa carne roja se había convertido en filetes blanquísimos, ya cocidos por el limón. Grata sorpresa. Las enjuagué con nuevo jugo de limón, las sequé bien y las puse en capas en un taper con sal y perejil picado entre capa y capa y las cubrí con buen aceite de oliva.
Las tengo en la heladera y a la hora de “picar algo” las sirvo con unas tostaditas untadas con manteca y coronadas con una anchoa. Y sin receta complicada!
No sé cuánto tiempo se pueden guardar, pero les aseguro que no van a durar mucho en la heladera. Son muy ricas!!!
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BViste, nada, y ahora tanto¿¿¿¿¿¿¿
ResponderEliminarte cuento que para semana santa, compre en el walmart, las sardinas espeñolas, y tambien me pasee por internet, y hablecon una amiga que tengo en asturias, donde hace años las comi en su casa, y me rechupe los dedos.....total que las tuve que limpoiar, y en esa tarea, me rompi los dedos con los pinchazos, parecia que venia de achar leña una semana mis manos......trate de sacar espinas, pero fracase, se me rompian todas....asi que opte por limpiarlas por juera y padentro, y las hice a la sarten, con condimentos, vino blanco....salieron muy muy lindas, pero mucho trabajo para comer, y mascuando no se sabe comer pesacado
Es probable que esas sardinas fueran congeladas... Estas anchoas no me dieron demasiado trabajo para filetear y mis manos, que yo cuido tanto, quedaron impecables!
ResponderEliminarMañana ire a comprar las sardinas, pero estas en deuda..... ya que las vi pero no las saboree......ja.....ja....ja.....besos
ResponderEliminarOJO! (Para Italia y Bea)las sardinas y las anchoas son parientes pero no son lo mismo. Las anchoas son más chicas y chatas y de color plateado. Las sardinas son de color verdoso y un poco más grandes. Gracias Wikipedia!
ResponderEliminarLas de mi receta son anchoas.
hola..... gracias por tu aclaracion , yo que las vi in-situ acostumbrada a ver anchoas en aceite tan pequeñas, confundi su estirpe ja......ja.... pues eran regordotas, tan espectaculares ja...ja....ja. ja.ja....besos mil bea
ResponderEliminarhola.......me olvidé de comentarte que la semana pasada compre un puñado de anchoas y las preparé .......genial.......... y las comí con pan y manteca....ja....ja...ja....muera el colesterol
ResponderEliminarMe alegra! Por lo menos el trabajo valió la pena!
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